Pediatría

Acabo de regresar de la consulta con la doctora de medicina general del sistema público de salud. Es simpática. Arrincona el batín blanco que pretende demostrar la inocente probidad médica y opta por blusas con flores aniñadas. Es como invertir el camino y regresar a Pediatría.

¿Cómo estás?

Un poco mejor, algo amodorrado por el diazepam y los 55 años.

Como si también ella fuese bailarina en esta coreografía, pregunta en plural:

¿Intentamos volver al trabajo la semana que viene?

Prometo que lo intentaré. Al borde del despañadero siempre sientes la tentación del paso al frente.

Ahora, en la mañana de lunes, despejada como una bata pediátrica por el vendaval de anoche, escucho a la princesa descalza Patti Smith: uno de los discos de mi vida, Horses.

Aunque no me emociona como en 1975 (lloré cuando lo escuché por primera vez, no me cansaba de Birland, era mi diazepam, mi purificación), sigue gustándome mucho, sobre todo cuando Smith se cansa de cantar y habla amontonando cuchillas en la lengua.

Sigue siendo desarrapada, pero tiene hijos y no parece peligrosa. Ha entrado en los museos. Hace una mala foto y es Arte. Creo que ya no se droga y no tiene dificultades para pagar el alquiler. Michael Stipe le dedicó un libro, en la Universidad de Boston guardan garabatos suyos que llaman artefactos creativos y la traen a Europa con dinero de las cajas de ahorro.

En 1975 escupía, clamaba «joder», «mierda» y otras impudicias, decía que Rimbaud era rock and roll y Bob Dylan puro sexo y alguna vez se orinaba en los conciertos. No sé si eso significa algo, pero daba un poco de miedo.

Acompañaba a William Burroughs, fue novia de Sam Shepard y también de Robert Mapplethorpe.

En la foto de la escalera de incendios parecen los dos seres más hermosos de la tierra.

Patti Smith rugía al sol y se bañaba desnuda en Redondo Beach, con un punto de artista de Manhattan, pero sucia como una camarera. Estaba tan flaca que deseabas inmovilizar sus hombros con un alambre y robarle la chaqueta negra,  lanzarte como un dibujo animad0, bailar con ella en la tierra de las mil danzas o montado en un caballo negro o volar como un cuervo dañino como la amistad de Rimbaud y Verlaine.

Porque, por mucho que nos guste la teoría, Rimbaud no era rock and roll, sino un niño malcriado.

Yo tampoco soy el mismo. Voy al pediatra, el diazepam me ha encogido.

Let the ship slide open and I’ll go inside of it
Where you’re not human, you are not human

5 comentarios

Archivado bajo huesos

5 Respuestas a “Pediatría

  1. carolina

    Me he emocionado… La primera vez que escuché a Patti fue el «Piss Factory». Me dejó paralizada y en shock toda la tarde. Se me cayó lo que tenía en las manos. Y me sigue emocionando. En el Primavera Sound sacaba cerezas del bolsillo de su chaqueta, se las comía y escupía los huesos al público. Yo estaba en primera fila. Llevaba una camiseta con un caballo. Cuando la música paró grité con todas mis fuerzas » you’re the fucking master of rock». Ella posó orgullosa. El concierto siguió. Y lloré como una niña. Me va a doler no verla en Gijón.

  2. carolina

    Ah! Y yo también tuve un novio gay. =)

  3. amazing…..

    «uno de los discos de mi vida, Horses.»

    i miss buying «albums»

    i don’t think the 600+ songs in my ipod could tell a story

  4. bichito

    just the first 1.30 minutes… that’s the meaning of ‘albums’: your entire future

  5. «listen to tommy with a candle burning and you will see your entire future»

    oh, man!

    and now let the children hear music…….music…….

Replica a trying hard not to sell dreams for small desires Cancelar la respuesta